sábado, 27 de diciembre de 2014

Five days to dance

"Si las personas pueden bailar juntas, pueden vivir juntas" dice el cartel de la película de Rafa Molés y Pepe Andreu, justo debajo del título.


Hace unas semanas pude disfrutar viendo Five days to dance en la filmoteca de Terrassa, en mi querido Cine Catalunya, al que cada vez voy menos, por falta de tiempo, que no de ganas.
 Wilfried Van Poppel y Amaya Lubeigt han hacho realidad un proyecto muy hermoso. En cinco días hacen posible unas vivencias en un instituto de secundaria, a través del movimiento y las músicas, que  hacen que los adolescentes experimenten desde lo corporal, y eso hace que ocurran cosas. Los roles quedan en entredicho, los jóvenes se mueven , se tocan, activan su creatividad. Dice Amaya algo que me parece maravilloso y es que de lo que se trata es de mirar a cada persona como un potencial, como un ser que es precioso siendo lo que es, atreviéndose a ser lo que es y que desean mostrar eso en el escenario tras cinco días de trabajo.
Queda en evidencia cómo el líder en este contexto deja de ser tan líder, el tímido se descubre y se empieza a soltar, el desencanto empieza a trocar en emoción, y finalmente la danza y la música, como lenguajes universales,  como detonante para la creación y la afirmación.


Fotograma del documental Five Days to Dance

En el modelo educativo que tenemos en occidente hemos optado por la acumulación de conocimientos técnicos y teóricos de diversas materias que creemos importantes para la vida. Nos limitamos a soltarles información a raudales a los jóvenes y les pedimos que la memoricen y la vomiten en exámenes para poder decir si son aptos o no. Es una manera de hacer que genera mucha infelicidad. Los que soportan y superan estas pruebas alcanzan en mayor o menor medida el éxito social, o así ocurría hasta la actualidad. Otros muchos fracasan y sienten que no valen para nada. Ni salir airoso de este proceso garantiza una vida adulta plena. No siempre se sabe elegir estudios en concordancia con los propios dones(1), y la mayoría de las veces el trabajo no está en la línea de lo que se ha estudiado ni de lo que la persona lleva en el alma.
Con todo esto, y volviendo al proyecto de los dos coreógrafos de la película, quiero decir que se nos hace imprescindible encontrar otros modos de educar a nuestros jóvenes. La expresión corporal permite el movimiento de energía, permite salir la emoción, más allá de la pasividad y el aburrimiento que se vive en las aulas. Algunos pensaréis que para eso está el deporte y la educación física. Sin embargo, más allá de la competición deportiva está el movimiento creativo que permite la música y que posibilita sentir la belleza que cada uno de nosotros alberga en su interior.

La adolescencia es una etapa donde cada cual busca sus modos de sobrevivir a la vorágine que significa convivir con los otros, algo necesario y a la vez difícil. Se dan muchos temores, se pretende pasar desapercibido antes que sufrir el rechazo, y si eres el líder es necesario que muestres fortaleza, así que cada cual se parapeta detrás de un personaje determinado y el resto del abanico de posibilidades de lo que es un ser humano queda ahí escondidito donde nadie pueda verlo. Y llegamos a la edad adulta cada cual con lo suyo, unos resuelven mejor y otros arrastran temas emocionales que no han encontrado su expresión y permanecen en múltiples formas más o menos limitantes.

Viendo las propuestas de Wilfried y Amaya estoy encantada porque veo las similitudes con los procesos que suceden en las clases de TERP (Terapia Expresiva de la Risa Profunda) y de movimiento expresivo.

Nuestros jóvenes necesitan un revulsivo, algo que les permita mostrar eso que son sin miedo, y espacios como los que les brindan en esta película son un camino. Y no tan sólo nuestros jóvenes necesitan estos espacios, sino nosotros los adultos, para permitirnos salir de los corsés en los que andamos más o menos apretados.

Así que desde aquí os animo a ver el documental, que podéis encontrar por internet. He puesto un enlace al triler al principio de esta entrada al que llegaréis clicando sobre el título.
Y os animo a experimentar vuestra creatividad y belleza en una clase de TERP en Barcelona, en la Escuela de Desarrollo Humano, o en breve en Terrassa, donde proyecto abrir espacios de libertad y expresión a través del movimiento y la música.




Nota 1. Sesha explica cómo en la educación desde el punto de vista Vedanta lo más importante es observar desde pequeños a las personas y descubrir cuáles son sus dones. Si somos capaces de descubrir nuestros dones y desarrollarlos , la plenitud en la edad adulta tiene muchas más posibilidades de realizarse. Es muy interesante y podéis buscar sobre esto en internet.

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